Una nube de ideas para cuidar el medio ambiente

Bulle Explora es un emprendimiento creado por tres amigos que buscan promover, a través del juego y objetos, el cuidado del planeta

arte y cultura | Edición #81

El juego es una de las actividades más importantes durante el desarrollo infantil. Le permite a los chicos aprender, estimular su imaginación y creatividad, socializar, resolver problemas, entre muchas otras cosas, y, fundamentalmente, divertirse. Pero, ¿por qué no hacerlo sin dañar el medio ambiente?

Bulle Explora es un emprendimiento que nació a finales de 2020, en medio de la pandemia de coronavirus, como parte de una idea y de ideales que mantienen sus creadores: el diseñador UX (User Experience) Diego Porello; el diseñador en comunicación visual Ezequiel Sabater; y el arquitecto Mauro Long.

El objetivo de nuestro emprendimiento es crear juguetes que tengan un compromiso real con el medio ambiente

Bajo la premisa de proponer juguetes y objetos capaces de estimular el juego con conciencia por el medio ambiente, Diego, Ezequiel y Mauro se reúnen diariamente en su taller -lugar donde se instalaron hace cuatro años para comenzar a desarrollar diseños juntos-, para debatir ideas, investigar y crear los juguetes. “Hacemos todo nosotros tres. La recolección de materiales, la producción y la comercialización. Básicamente lo que hace un emprendedor: todo”, aseguró el diseñador y docente de UNRAF y UCSE.

El objetivo de nuestro emprendimiento es crear juguetes que tengan un compromiso real con el medio ambiente, pero sobre todo, un compromiso con los chicos para que puedan tener experiencias ricas, entendiendo que la tecnología como experiencia para un usuario es aquella que te facilita de forma hábil y casi invisible una experiencia enriquecedora”, detalló.

- ¿Qué los llevó a comenzar con el emprendimiento?

D.P.: Somos tres amigos que siempre charlábamos y estábamos motivados por la temática o por la problemática de las soluciones que se le da al objeto cuidando el medio ambiente. Somos personas que siempre estamos tratando de formarnos sobre estas cuestiones. Por lo que la idea del proyecto surgió un día charlando. Dijimos “a los tres nos interesa lo mismo y tenemos algo de tiempo”.

- ¿Cuáles fueron los primeros pasos del proyecto?

D.P.: Primero hicimos propuestas con madera (fibrofacil), que tienen un certificado FSC, es decir, un certificado internacional que asegura que el producto proviene de bosques sustentables, controlado en su forma de producción y todo. A partir de eso, generamos diferentes juguetes y después dijimos “¿qué pasa si hacemos todo con cartón corrugado?”. Ahí fue donde terminamos en esta línea de juguetes.

El cartón corrugado es, dentro de los papeles, el insumo que más fácil se degrada y vuelve a la tierra. A su vez, dentro de la producción de papel, es uno de los que necesita menor cantidad de químicos y agua para producirlo.

D.P.: Es un producto que abunda. Casi todos los productos que consumimos vienen en una caja de cartón o en alguno de sus estadíos productivos estuvo dentro de una caja de cartón. Esa es la base de la mayoría de nuestros juguetes.

- ¿Cómo obtienen este material?

D.P.: Tenemos dos o tres socios estratégicos -supermercados y demás- a los que les gustó nuestra idea. Ellos se encargan de separarnos el cartón corrugado, nos dejan una pila y nosotros una vez por semana o cada 15 días y los recolectamos.

El abanico de los juguetes que producen se encuentra integrado por aproximadamente seis, entre los cuales se encuentra la serie “Fauna”, un juguete encastrado en el que se puede elegir entre un león, un zorro o un elefante. Como en Bulle nada se desecha, la tapa es un soporte circular que se convierte en un parlante unplugged. Asimismo, el envase junto con las instrucciones, virutas y semillas incluidas conforman una maceta didáctica para germinar y ver crecer diferentes vegetales.

A ella se suma otra opción, la serie “Explora”, la cual cuenta con tres subseries: “Universo”, “Ártico” y “Calypso”. Estos son sistemas de 10 piezas lúdicas afines a la temática. Al igual que en la serie anterior, el packaging de este juguete también se reconvierte, pero en este caso lo hace en una lámpara que, con la ayuda de la linterna de un celular,  transforma la habitación proyectando diversos personajes.

La tercera serie son los “Tizones”, es decir, una tiza con un tamaño mayor al normal, producida a partir de yeso y colorantes vegetales. Los chicos pueden elegir entre un arcoíris de nueve colores y conformar un Kit de tres tizones que, según Diego, “una tiza de estas equivale a casi 15 tizas comunes”. Para ser precisos, su tamaño es de 13 cm de alto y posee 5 cm de base.

El envase de las tres series junto a la totalidad de las piezas son 100 por ciento degradables y amigables con el medio ambiente, e incluyen enlaces QR con contenidos interesantes sobre dicha temática y la energía consciente. “Esta propuesta busca no tirar los packaging, sino que se reconviertan. La idea es siempre la misma: que el packaging se transforme en algo útil”, sostuvo Diego.

Además de los juguetes mencionados anteriormente, también cuentan con rompecabezas, un periscopio, juegos de madera, entre otros.

- ¿Cuánto tiempo les lleva crear los juguetes y el packaging?

E.S.: Todo lo que está armado se investigó durante uno, dos o tres meses. Por ejemplo, qué tipo de cola para adhesivo se podía utilizar. Hay una que no tiene ningún químico y que realmente puede ser degradada. Sumado a que los juguetes están pintados con pinturas vegetales. El armado de todo es manual, hecho por nosotros tres. Intentamos utilizar muy poca energía y optimizar al 100 por ciento el material. Nuestra idea no es vender artesanías, sino productos tecnológicos, pero de una tecnología útil.

- ¿Cuál es el precio de los juguetes?

D.P.: Ninguno de todos nuestros juguetes supera los 900 pesos. En el fondo, esto también tiene un objetivo social, porque nos hemos propuesto que ninguno de los objetos que diseñamos sea costoso. Nos parece inconcebible que un juguete que le puede brindar a un niño una experiencia lúdica interesante sea prohibitivo.

Antes de concluir, Diego puntualizó: “Todos nuestros juguetes buscan cuidar la huella de carbono. Controlamos que todo su proceso sea del menor impacto posible. Lo que intentamos es que si tiramos a la tierra casi el 100 por ciento de lo que producimos, en pocos meses desaparezca”.

“Estamos convencidos de que el uso de la tecnología no solo debe ser sinónimo de lo electrónico y virtual, sino también ser una herramienta fantástica para desarrollar productos que despierten sorpresa, estímulos y conocimiento, sin necesidad de que se perciba de forma explícita en el objeto a ser usado”, concluyó Diego Porello.

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