arte y cultura | Edición #84
En una gran sala de la Sociedad Rural de Rafaela, en la cual han pasado incontables personas y se han sucedido innumerables reuniones, nos recibe Norma Bessone, presidente de la institución.
Norma lleva en la sangre el amor a sus raíces italianas, a la docencia y al campo. Es una mujer afable y de fuertes valores. El trabajo, la participación dirigencial, la familia y los amigos son sus prioridades.
¿Dónde naciste? ¿Cómo está compuesta tu familia?
Nací en Sarmiento, un pueblo muy pequeñito del Departamento Las Colonias. Con mi familia viví en el campo hasta que me casé y radiqué en Rafaela. Tengo dos hijas las cuales me han dado cuatro nietos. Quedé viuda muy joven y realmente mis tiempos los dediqué a la familia y a resolver algunas complejas consecuencias, propias de la situación y la necesidad de toma de decisiones vinculantes con la economía familiar.
¿Cuál es tu profesión?
Docente, sin dudas… por real y natural vocación que una y mil veces volvería a elegir…era muy joven cuando me recibí y ya comencé a trabajar. Es extraño, siento que nací para hacer esa actividad. Vivía en el medio del campo y creo que antes de decir “mamá”, dije “quiero ser maestra”. Transité por diferentes escuelas rurales, la primera, lindante al campo de mi papá. Era muy joven en ese momento, tenía una diferencia de 5 o 6 años con los chicos de séptimo grado, hoy los encuentro y el trato es de pares.
Simultáneamente al ejercicio de mi profesión, he incluido la formación continua y consecuente en los aspectos que consideraba más importantes según el tipo de actividad desempeñado ya sea en el ámbito rural, como maestra de grado, en cargos directivos, en constitución de equipos de trabajo, en tecnología , etc.
.Después de casi una década como directora rural, nació mi primera hija y pedí el traslado a Rafaela a la escuela Rivadavia. En esa escuela estuve quince años, llegué como maestra, y a mis 28 años de edad asumí la vicedirección, posteriormente la dirección. Tengo hermosos y muy queridos recuerdos de esos tiempos… posteriormente acepté el desafío de ser directora fundadora de la Escuela de La Plaza. Siempre digo, “tuve dos hijas y mi tercer hijo es la Escuela de la Plaza”. Realmente fue una experiencia maravillosa, años de mucho trabajo, de entrega total y de enorme crecimiento.
Estuviste inmersa desde que naciste en el mundo agropecuario ¿qué es el campo para vos?
Es mi vida, mi sostén, es un desahogo y mi cable a tierra. También, sin dudas, es el gran potencial que tiene el país.
¿Qué valores te inculcó tu familia?
Fundamentalmente, si yo pienso en mi mamá y en mi papá pienso en trabajo, en familia, en ser responsable, en respeto, sinceridad, honestidad…
¿Qué te llevó a asumir las responsabilidades del campo? ¿Qué cambios en tu vida personal llevaste adelante para asumir ese rol?
En muy pocos años perdí mi marido, mi papá y mi hermano. En ese momento estaba trabajando como directora de la Escuela de la Plaza y mis hijas estudiando en Córdoba, en la Universidad… todo ocurrió demasiado vertiginoso, movilizante, fuerte… de ser una familia convencional de cuatro de pronto me encuentro sola, con excesivas responsabilidades en el ámbito educativo además de unidades de producción en marcha que demandaban atención y definiciones. Fue necesario un replanteo estructural de mi vida para cumplir con ese legado familiar y asumir un compromiso imposible de eludir.
¿Te sentías preparada para ello? ¿Tuviste alguna colaboración para poder afrontar el nuevo rol?
Necesité buscar ayuda, capacitarme , informarme … si bien no me considero improvisada puesto que la ruralidad es a mi existencia ya que lo recibí de mis abuelos y de mis padres para , más tarde, complementarlo con mi marido…
O sea, no era para mí en absoluto un tema ajeno a mi realidad. Sin embargo, cuando uno tiene que tomar decisiones importantes en tiempos tan dinámicos, con tantos cambios, creí necesario acercarme a la Sociedad Rural. Éste fue un ámbito de enorme aprendizaje. También debo agradecer a dos de los hermanos de mi marido que siempre me acompañaban al campo y me han tenido mucha paciencia.
Sos la primera mujer en presidir la Sociedad Rural de Rafaela ¿qué implica para vos?
Para mi ser la primera presidente en 114 años de la Sociedad Rural de Rafaela
es una enorme responsabilidad que ejerzo con alegría y convicciones… “El
campo” tiene múltiples posibilidades en un país dónde se hace difícil generar
políticas de estado a largo plazo… y debemos intentarlo!!! Y LOGRARLO…
Los desafíos son múltiples en un momento de enorme incertidumbre y que,
sabemos, gran parte de la solución está precisamente en “el campo”. Hay
muchísimo por hacer y afortunadamente estamos trabajando con un equipo al
cual agradezco tanto tiempo voluntario ofrecido por y para la producción y el futuro del país, cada uno atento a diferentes temáticas.
Hay una subcomisión de mujeres que ya lleva 27 años y, para mí, es orgullo de la institución porque cuando comenzó no se hablaba aún sobre la paridad de género y logró ser consecuente en un contexto muy distinto al de hoy.
Cada año la Expo Rural es un nuevo y especial desafío, muy importante para visibilizar el trabajo del productor agropecuario. Esta edición 115° incluye esfuerzos de mucha gente a lo largo de tantos años y en diferentes contextos mantiene el compromiso a la eficiencia, la excelencia y sobre todo al servicio del productor.
El cargo requiere de mucha responsabilidad, docencia y tiempo ¿cómo integrás tu vida personal con este rol dirigencial?
Es difícil encontrarlo, es muy demandante, pero siempre he sido de empezar el día muy temprano tratando de ir amalgamando cada uno de los compromisos y también delegando. Asimismo, otras veces e inevitablemente, renunciando a algunas cuestiones personales.
Por otra parte, desde hace muchísimos años, soy alumna de la Dante Alighieri , al principio para el aprendizaje del idioma italiano y actualmente asistiendo a un taller literario, en el cual hemos consolidado un grupo maravilloso. Destaco que es en la Dante donde encuentro, precisamente, las raíces y la historia de mi esencia, mis orígenes y todo lo vinculado a Italia, a mis ascendientes, mis recuerdos de la infancia identificados con las costumbres y con la cultura italiana … son momentos que disfruto enormemente y me hacen muy bien.
Además de la familia tiene mucha importancia, para mí, la amistad. Diferentes grupos de amigos que mantengo a través de los años, con encuentros frecuentes y largas charlas compartidas, son de una reciprocidad mágica y estimulante. Disfruto mucho mi tiempo compartido con cada grupo.
En familia o con amigos es donde siento realmente que reseteo todo mi ser y, me cargo de mucha energía para continuar con las actividades cotidianas.
¿Qué legado te gustaría dejar?
En la Sociedad Rural de RAfaela, haber trabajado eficientemente en relación a los vínculos institucionales públicos y privados, fortaleciendo un entramado social favorable para los productores , sus necesidades y el desarrollo regional, para lo cual son imprescindibles el diálogo y la participación.
Con respecto a mi familia deseo que ellos puedan ver en mí, esos valores referenciales transmitidos por mis padres…