José Rochietta

Apasionado por su profesión, observador por naturaleza de quienes lo rodean para impregnarse de sabiduría, portador de una gran curiosidad en pos de ampliar el horizonte de sus conocimientos y, sobre todo, un anfitrión de lujo cada vez que se sitúa detrás de una barra.

historias | Edición #72

Un bar del centro de la docta cordobesa se transformó en su escuela durante dos años. Inició como bachero y ayudante de cocina, y un tiempo después, con sus cualidades de constancia y dedicación, Josi  -como sus más allegados le dicen- logró el paso al salón de Ángeles, en donde “Juli, Mariano y el Dani me apadrinaron y acompañaron en mis primeros pasos siendo mozo (unos hermosos) y un día, sin darme cuenta llegue a estar detrás de barra, botellas que no conocía y con un despacho que hasta ese momento era ajeno a mí”.

José Rochietta nació y creció en Rafaela. A sus 21 años viajó a la ciudad de Córdoba para abrir las puertas de su carrera profesional. “Hoy puedo contarles que pasó mucha agua bajo el puente en todo este tiempo. Profesionalmente soy bartender, pero me considero un gastronómico que ama y disfruta lo que hace” cuenta entre risas y recuerda el motivo que impulsó las ganas de formarse “Creo que el interés siempre estuvo ahí, latente, muchos de los recuerdos que atesoro de niño están relacionados a una cocina, una mesa, el compartir en familia, charlas, risas. Pero ese interés se despertó en mí cuando comencé a trabajar en el rubro. Puede sentir de primera mano esa energía que implica estar en medio de un servicio, con el bar lleno, todo el personal a mil, todos en una danza hermosamente coordinada; fue amor a primera vista, ¡me enamoré!”.

“Todas las experiencias que viví, dejaron personas maravillosas que, a lo largo de este tiempo, me formaron tanto a nivel profesional como personal. Estoy muy agradecido”.

Las expectativas que el barman tenía para con su desempeño profesional, al igual que las de los comensales, fueron “el punto de quiebre en mi carrera que me llevó a prepararme y arrancar un curso de coctelería con Daniel Estremadoyro, eminencia en toda Latinoamérica y una persona con mucho conocimiento y sabiduría. Él me dio las primeras herramientas que permitieron desarrollarme como bartender”. A lo largo de todos estos años trabajó en diversos bares cordobeses, como también en Uruguay y en Perú, en donde estudió con Bruno Ferrari, otro referente en el rubro. Allí también lo recibió Malabar, uno de los primeros establecimientos de alta cocina peruana en utilizar productos amazónicos en sus platos.

“El cóctel que más disfruto preparar y también beber es un Rob Roy, un clásico de los años 30 que se compone de whisky escoces, Vermouth rosso y bitter angostura” nos cuenta el joven que tras varios años de experiencia dice que “la bebida que no me puede faltar en la barra es el whisky escoces (¡soy muy fan!)”.

Rochietta participó en el Certamen 2021 de World Class Argentina, la competencia de coctelería más prestigiosa y respetada del mundo, y detalla que “tener la posibilidad de participar es un premio a todos estos años de dedicación frente a mi profesión, lo veo como una oportunidad que me permite aprender y compartir con grandes colegas de todo el país y así, llevarme una experiencia que haga de mí un mejor profesional y una mejor persona. La selección se basó en el desarrollo de un Perfect Highball, donde el punto de acción fue crear sabores que hagan brillar a un icónico whisky. Para mi cóctel “El Disfrute” utilicé, Johnnie Walker Black Label, un cordial de mango y té sencha (té verde japonés) y soda; es una bebida simple, fresca y elegante que termina de expresarse gracias a la decoración, una fina lámina de chocolate con leche”.

“Para mí no hay un secreto que te lleve a ser un buen bartender, sino que se trata de querer dar lo mejor de uno en el día a día y ser un buen anfitrión”.

Siendo una persona con mucho entusiasmo confiesa que “siempre hay sueños o metas por cumplir, creo que lo que nos lleva a superarnos es la pasión y curiosidad. Puedo contar que uno de mis objetivos a corto plazo es poder compartir conocimientos con bartenders locales”, y concluye con una frase de Pichín Policastro, máximo exponente de la edad de oro de la coctelería nacional, La misión del Barman es alegrar, no embriagar”.