salud | Edición #85
Todos tenemos para dar, todos podemos recibir. Confluencia es el espacio donde todo eso sucede. Es ese lugar que aquella persona que lo visite, lo va a sentir como propio.
Confluir tiene que ver con encontrarse cada uno desde su esencia más pura para que, al seguir su recorrido, puedan llevarse algo de los demás y dejar algo de lo suyo.
Laura Cravero, la artífice de este proyecto, lo define como un espacio para ser. Para amar y ya.
Laura, originalmente, es diseñadora de interiores. Pero siempre sintió que le faltaba algo a esa profesión. Realizó una capacitación en ventas en Rafaela, dictada por una coach, y le llamó la atención su forma de hablar y de exponer. Allí, encontró el condimento que necesitaba. Tiempo después, dio el primer paso y se animó a anotarse en la formación en coaching en la ciudad de Santa Fe.
Al principio le costó, porque se remueven muchas estructuras. Según contó Laura, lo primero que se trabaja es a nivel personal, entonces es un camino de aprendizaje y de crecimiento muy grande. El coaching, en resumidas cuentas, se basa en preguntas para ser más conscientes de nuestras respuestas, acciones y emociones.
Incluso ella tuvo que reinventarse. Su camino dio un giro de 180 grados cuando supo que no podía ser madre. Así que, con 36 años, se redescubrió y encontró otras opciones para ¨maternar¨. Descubrió cómo resignificar y resignificarse. Y eso es lo que ella pretende transmitir a través de su espacio: si se quiere, se puede. Miedos existirán siempre, pero es cuestión de animarse. “Si algo aprendí es que, desde la propia experiencia, es de donde más se transmite”, aseveró Laura. Su intención es demostrar que no es ninguna erudita, sino que la vida es a prueba y error. Ella tiene herramientas para abordar emociones, relaciones, creencias, entre otras cosas, que también las aplica para su vida. “Yo soy un ser humano y tengo mis ¨problemas¨. De todo eso yo también me tengo que ocupar para después no trasladarlo. Si no trabajo en mí, ¿qué le estoy dando al otro?”, puntualizó Laura. En ese sentido, citó una de las frases que la acompañan: “No se puede dar lo que no se tiene”.
Como adultos responsables, está permitido cuestionar y preguntarse cosas que, quizás, damos por sentado, o por hecho, y, en realidad, tienen otro sentido, el cual desconocemos. Ésto nos lleva, muchas veces, a estar en lugares que no queremos, tolerando situaciones o relaciones que no son saludables, y todo ello por no revisar creencias que adquirimos de muy pequeños en la familia o que socialmente recibimos, o por no escucharnos ni darnos tiempo y, por consecuencia, no detenernos, tampoco valoramos todo lo que tenemos. Allí interviene Laura, en temas cotidianos de la vida.
La formación en coaching tiene una duración de dos años, “pero es un camino de ida y nunca se deja de estudiar”, aseguró. Siempre se encuentra algo nuevo para aprender. Después de coaching, Laura siguió la práctica profesional y, más tarde, realizó cursos para aprender a preguntar. Estudió Eneagrama, hipnosis y biodescodificación, entre otras cosas, "para poder aplicar todo en las sesiones", destacó Laura.
Y siempre tuvo el sueño de tener su propio espacio, de contar con un lugar donde recibir y, también, donde puedan participar otras personas para brindar sus especialidades y sus formaciones. Todavía no tenía muy claro cómo hacerlo, entonces, en plena pandemia, siguió con las sesiones de manera virtual. Tiempo después, ya en 2021, comenzó a hacerlas en su casa.
El coaching, según cuenta Laura, le permitió abrir mucho la cabeza y empezar a buscar otras cosas. Otras respuestas, espiritualmente hablando, y por una de esas cosas en la vida, apareció el reiki. Así, comenzó a complementar las sesiones de coaching con el reiki, trabajando el área mental con lo espiritual y energético. “Porque somos energía”, afirmó.
Este año, Laura sumó el servicio de masajes. “Me gané una beca, no estaba en mis planes para nada. Pero era la pata que me estaba faltando, para conectar cuerpo mente y espíritu”, manifestó.
Laura, en realidad, vive en la localidad de Susana. También por otra señal, como le dice ella, consiguió un departamento en Rafaela. Fueron tres meses, de julio a septiembre, de mucho trabajo para dejar el espacio tan ameno como está ahora. Y, finalmente, se inauguró al público. “Fue dándose así, apareciendo todo en el momento exacto”, confesó
Hay personas que van a Confluencia sólo por masajes, o sólo reiki, o sólo coaching. Generalmente, con aquellas con las que Laura aborda sesiones de coaching, son con las que más combina y flexibiliza, porque cada ser es dueño de su proceso. Pero, siempre, una cosa va llevando a la otra, y todo es consensuado y conversado con la persona. “A mí no me gusta que la persona venga y no charlemos antes de empezar un masaje, por ejemplo. Quiero que me cuenten cómo llegan y, en base a eso, empiecen a relajarse y a sentirse a gusto. Soy muy respetuosa con eso”, reveló Laura. En esa línea, comentó que cada ser es único. Llegan a su espacio con toda su carga de su día, con un montón de cuestiones y, por eso, le gusta ser muy amorosa y respetar al que está delante.
El coaching, en específico, tiene que ver con un entrenamiento. Laura, particularmente, se dedica a temáticas individuales que pueda llevar cualquier persona que esté buscando un cambio, que necesite avanzar o transformar una realidad que no está logrando abordar. No es lo mismo que una terapia de psicología, aclara Laura, porque las personas que se acercan no son pacientes, sino consultantes. “Nosotros le decimos coachees -se pronuncia «coachis»-.”, detalló, y añadió que, por mencionar un número, el 80 por ciento del resultado depende del consultante, y la intervención de Laura es de un 20 por ciento. Además, indicó que se está especificando en situaciones que tienen que ver con ayudar a las personas a encontrar cuál es su misión de vida, cuál es su propósito o su sentido del ser. Claro que, cuando uno dice misión o propósito de vida, parece un montón. Pero la realidad es que las personas con las que Laura va trabajando, van descubriendo de qué viene su vida, y es increíble el cambio que logran, y cómo todo lo que hicieron hasta ese momento cobra un sentido. “Es algo que está en nuestro interior, que ya traemos, y que muchas veces no logramos verlo porque no nos prestamos atención o no le damos el valor real que tiene. Entonces, es empezar a darle un sentido o un significado más profundo”, explicó Laura.
Es importante aclarar que en ninguna sesión se brindan consejos porque, en el coaching, se trabaja con preguntas, para que las respuestas las encuentre la persona a su manera. Hay otra frase que Laura incorpora a su día a día : “No sabemos cómo son las cosas, sólo sabemos cómo las interpretamos”.
Este servicio, muchas veces, lo complementa con el reiki. En realidad, a sus tres servicios -coaching, reiki y masajes- los ofrece como tres cosas distintas pero, una vez que se entabla una conversación con el consultante, se pacta para dónde ir o para dónde seguir.
El reiki es una terapia que sirve para canalizar y transmitir energía vital a través de la imposición de manos. Se armonizan y equilibran los chakras, que son centros de energía situados en el cuerpo. “La energía fluye, hay centros energéticos que tenemos los seres humanos. Por las emociones, por el estrés, por las rutinas, por alguna enfermedad, o por alguna otra cuestión -porque está todo vinculado en sí-, puede que algún chakra se bloquee, como si se cerrara una válvula, y entonces esa energía no está fluyendo como debería. Es trabajar en ese plano que no se ve”, definió Laura.
Otra terapia que se aplica es el ‘masaje holístico’, al cual se le puede sumar, o no, la técnica de maderoterapia, que tiene que ver con el contacto con elementos de madera. Ese contacto con las texturas y con la naturaleza misma de ese material y su nobleza, genera una descarga propia. Entre risas, Laura afirma que, en ese contacto, pasan cosas.
El masaje lo destaca como holístico, porque es integral. Es un masaje que puede hacer cualquier persona pero, al trabajar también con el reiki, Laura le da un plus. “La intención es conectar con ese cuerpo, con esa piel, y ver cómo lo toma y lo recibe”, expresó.
Por supuesto, no todas las personas están acostumbradas a tener un contacto físico. Muchas ni con sus padres ni hermanos ni pareja. “Entonces, es muy valioso el contacto y ver cómo siente el cuerpo la persona”, aseguró Laura.
Hay una cuestión, dice ella: “Cosas del corazón que la razón no entiende”. Hay ciertas cosas que uno trata de explicar y, luego, pierden valor o sentido. “Creo que la persona siente y se lleva muchas cosas que, quizás, no las puede expresar. Eso es lo que yo busco con el masaje o con el reiki: que la persona pueda ir un poco más profundo, que no sólo se quede en las ideas o en los pensamientos, y que pueda abrirse desde otro lugar”, determinó.
Para el año próximo, Laura ya comenzó a planificar. Según sus palabras, es importante tomarse un tiempo para saber programar porque, cuando vivimos en la vorágine del día a día, queremos hacer diez mil cosas al año siguiente, y después no llegamos a hacer ni dos. Este tiempo es una buena oportunidad, también, para bajar un cambio, relajarse, y aprovechar a hacerse unos masajes o una sesión de reiki. ¿Para qué? Para que, desde nuestra armonía, podamos ver qué queremos hacer al año siguiente. Ahí entra en acción el coaching también, y sirve como herramienta para determinar prioridades, y para tener un orden.
Para Laura, la intención para el año entrante es comenzar a proponer actividades grupales. Todo lo que hace hoy es individual, por eso la idea es sumar temáticas, charlas o talleres para compartir experiencias y continuar nutriendo y nutriéndose.
También, como la premisa de Laura es nunca dejar de aprender cosas nuevas, quiere sumar la formación en reiki ángélico. En masajes, también añadirá la técnica de piedras calientes. “Seguramente será”, garantizó Laura.