historias | Edición #71
Agustina Alfaro es Abogada especialista en energía y resolución de controversias internacionales, comerciales y de inversión. Obtuvo su título con medalla de oro en la Universidad Austral, y su Maestría en Leyes (LL.M.) en la Universidad de Columbia como becaria Fulbright (Harlan Fiske Stone Scholar), donde también recibió el Parker School Certificate for Achievement in International and Comparative Law, entre otras especializaciones. Aprobó el examen de la barra del Estado de Nueva York, y se encuentra matriculada para el ejercicio profesional tanto en Nueva York como en Buenos Aires. Actualmente se encuentra trabajando en una de las traders de commodities más grandes del mundo como legal counsel para América Latina. Su vocación también la encontró en la docencia universitaria, es profesora de derecho internacional privado en grado y posgrado de la Universidad que la vio egresar, miembro fundador del Departamento de Arbitraje de la Universidad Austral y miembro del Consejo Académico de su Diplomatura en Arbitraje. También dictó clases como profesora invitada para cursos y seminarios en otras universidades del país y en España, Perú y Paraguay.
“Mi interés por lo internacional comenzó después del secundario. En mi colegio además de inglés y portugués, teníamos italiano, y fue ahí donde obtuve una beca para estudiar el idioma en Siena. Fue en el primer año de facultad, yo tenía 18 años. Era la primera vez que visitaba Europa, eso me abrió la cabeza y mi percepción de las cosas de una forma que es difícil de poner en palabras” recuerda Alfaro sobre sus primeros pasos en tener contacto con experiencias internacionales. “Todo estaba lleno de nuevos desafíos. En Italia descubrí que el mundo era más grande de lo que pensaba y lo maravilloso de la diversidad cultural”, fue en ese instante cuando se dio cuenta que quería dedicar su vida profesional a algo que la vincule con otros países.
Finalmente, se decidió por Derecho dado que sentía que tenía vocación social, “en su esencia, el abogado se dedica a resolverle problemas a la gente, tanto pequeños y simples como grandes y complejos”, fue lo que la cautivó. En su segundo año universitario descubrió el arbitraje mediante unas competencias que se realizan a nivel latinoamericano y europeo. Participó en competencias que se llevaron a cabo en Washington D.C., Lima, Bogotá, Santiago de Chile, Montevideo y Viena.
En ese entonces, su preparación fue un tanto compleja, dado que hace unos años en Argentina no había cursos o especializaciones a los que acudir como los que hay hoy. “En mi último año de la carrera realicé un intercambio en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte. Allí aproveché la oportunidad para asistir a cursos y seminarios especializados en esta área, y poder así consolidar mi formación. Tenía tan sólo 22 años, y para mi sorpresa, finalicé el curso de arbitraje con la nota más alta de la clase”.
“El arbitraje es un método alternativo de resolución de controversias. Puede ser de dos tipos, comercial o de inversión. Las partes de un contrato pueden, por mutuo acuerdo, sustraer sus disputas de los tribunales judiciales y someterlas a la decisión de árbitros. El árbitro es un tercero independiente e imparcial que actúa como juez. Lo característico del arbitraje es que las partes pueden elegir a sus árbitros, y a su vez, la decisión del árbitro es equivalente a la sentencia de un juez. Esto es muy común en ciertas industrias, como la energética o la construcción.” Por otro lado, el arbitraje de inversión se refiere a disputas entre Estados e inversores extranjeros.
Agustina construyó su formación profesional alrededor del mundo, a lo que refiere “todas las experiencias que tuve no solo nutrieron mi parte profesional y académica, sino que también aprendí y crecí mucho desde lo personal. El hecho de rodearme de amigos de diversas partes del mundo y conocer sus culturas me ha enriquecido mucho. Todo eso me hizo comprender que por más que nos separen fronteras, idiomas y costumbres, los seres humanos tenemos más cosas en común que diferencias. Fueron experiencias muy lindas”.
Su esencia rafaelina la lleva donde quiera que vaya y siempre recuerda la ciudad con mucho cariño. Observando el recorrido hecho, reflexiona “nunca imaginé cumplir tantos objetivos ni conformar esta trayectoria profesional. Me apasiona lo que hago. Me da mucho orgullo y satisfacción, y a la vez siento que queda muchísimo camino por recorrer”.